El optimismo razonable contendría cosas como éstas:
- Una lectura lo más en positivo de lo que pasa y de lo que nos pasa.
- Una certeza de que siempre hay en las situaciones algo bueno a que agarrarse.
- Un no vivir los acontecimientos en modos histéricos, cosa que no ayuda nada.
- No exagerar las situaciones dureza para no darles más espacio que el que deben tener.
- No colaborar a aumentar los “infiernos” de la vida.
- Aprender el arte de disfrutar con lo sencillo.
- Huir de las personas y situaciones que ennegrecen todo.
Quizá con esta “terapia” sencilla logremos recuperar el valor del optimismo razonable.
Fidel Aizpurua
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