Cada día es un nuevo regalo para seguir caminando, acompañando, dejándonos acompañar.
Seguir las huellas que se desdibujan
tras la estela de la ausencia.
Continuar buscando con la mirada diáfana
durante la prolongada noche sin luna.
Para recuperar el don de la ebriedad
y así poder peregrinar de día.
Para no morir de sed.
Miguel Ángel Mesa
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