Casi todos los frutos de la meditación se perciben
fuera de la meditación.
Algunos de estos frutos son, por ejemplo,
una mayor aceptación de la vida tal cual es,
una asunción más cabal de los propios límites y de los achaques o dolores que se arrastren,
una mayor benevolencia hacia los semejantes,
una más cuidadosa atención hacia las necesidades ajenas,
un superior aprecio a los animales y a la naturaleza,
una visión del mundo más global y menos analítica,
una creciente apertura a lo diverso, humildad,
confianza en uno mismo, serenidad…
La lista podría alargarse.
Pablo d’Ors
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